Se acerca una nueva edición del superclásico. Un partido que no es uno más, es un espectáculo que conmueve al mundo entero y que paraliza a todo un país. Tal es así, que es considerado como una de las atracciones que uno no debe perderse antes de morir. Todas las presiones que se generan, todos los comentarios que se hacen en la semana previa provocan en este encuentro un condimento especial.
Los equipos no vienen bien. Boca tuvo un arranque fenomenal en la Copa, aunque sin demostrar demasiado y sin sobrarle nada. Logró cuatro triunfos sobre cuatro posibles, que lo colocan en el primer lugar de su grupo y con muchísimas chances de clasificación. En el campeonato la historia es distinta, alterna buenas y malas. Cuenta con tres victorias, dos empates y cuatro derrotas que lo ubican lejos del puntero.
En tanto River, tiene un panorama complicado en la Copa. Suma sólo cuatro unidades, viéndose tercero y a seis puntos de Nacional de Montevideo, lo que achica sus posibilidades de pasar de ronda. En el Clausura cuenta con 15 puntos, cerca de Vélez, pero aún no demuestra un nivel que conforme a su gente.
El domingo se despejarán las dudas. Los ojos de la gente de River estarán puestos en la actuación de Bassi (Gorosito habría pedido otro árbitro). Será su segundo superclásico. El primer enfrentamiento entre ambos que dirigió fue en el Clausura del año pasado, en cancha de Boca, siendo victoria para los xeneizes por uno a cero con gol de Battaglia. Ojalá se repita la historia...
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