Aunque las estadísticas con el equipo de Cagna no lo favorecían desde que volvió a Primera (Tigre ganó tres de cuatro encuentros), Boca llegó a Victoria con las esperanzas de llevarse un nuevo triunfo que lo acercara al puntero Lanús.
El partido pintaba favorable a los dirigidos por Ischia, que tenía entre los once a Gracián ocupando el lugar de Riquelme, que no jugaba por una contractura, y a Figueroa acompañando en la dupla de ataque a Palermo.En los primeros quince minutos, Gracián mostró movilidad, al igual que Figueroa. Este último contó con dos chances claras para ponerse en ventaja, estrellando una de ellas en el travesaño, después de eludir muy bien a Islas.
Con el transcurso del primer tiempo, el que triunfaba era el calor.
En el del segundo tiempo, Boca ingresó con las mismas ganas que en el primero. Gaitán tuvo una muy clara que pasó demasiado cerca del arco de Islas. Resaltaban las figuras de Ibarra (siempre una clara salida por la derecha) y de Roncaglia, anticipando en casi todas las jugadas a Luna.
A mediados del segundo tiempo, el partido se puso caliente. Un forcejeo típico terminó con un golpe de puño de Lázzaro a Ibarra, que el árbitro no vio, o fingió no ver. La jugada siguió y Morel le pegó al arco, provocando el enojo de Battaglia. Se armó un tumulto en la mitad de la cancha, que terminó con Vargas y Castaño amonestados.
Figueroa contó con otra situación, después de un muy buen pase de Gracián. Definió bien ante la salida del arquero pero hubo otra vez una falla del árbitro, que anuló mal el gol por offside.
Gracián ya no era el mismo del primer tiempo, Palermo se veía extenuado y no tenía ninguna situación. Gaitán desperdició varios ataques, e Ischia se decidió a poner a Mouche y a Palacio para ganar velocidad en los últimos metros.
Viéndose cansados, los dos equipos lucharon hasta los minutos finales para conseguir un triunfo. Fue empate con sabor a poco para Boca, que no logró acercarse más a la punta.